Si, es verdad que no tengo ningún plan. A veces eso me asusta -no lo voy a negar- pero la mayoría de las veces las cosas se resuelven y todo sale bien. Vivir con dudas hasta el último segundo tiene sus contra, claro está, pero la alegría y la paz que te causa no tener que andar corriendo y estresada por loqueestaporpasar es genial. Saber que lo que estoy viviendo en este momento es único e irrepetible y que tengo que tener toda mi atención en eso y no perderme el ahora pensando en el después es algo que me tomó mucho tiempo, pero creo que es una gran lección, y una manera de entender un poco mejor mi vida.
Cuando era chica me frustraba por que no sabía que quería estudiar, cómo quería vivir. Y con el tiempo fui dejando esas dudas muy atrás en mi cerebro, casi en el inconsciente. Siete meses antes de la inscripción a la facultad decidí finalmente mi carrera, y fue mucho mas fácil de lo que creí que iba a ser. Me llevó una semana decidir que quería cambiarme de colegio y en tres días ya estaba convencida de a dónde iba a ir.
Supongo que no estar tan pendiente del futuro te permite elegir con mas libertad, con cierta cantidad de impulsos. Y aunque muchas veces esa libertad y esos impulsos me llevaron hacia rotundos fracasos, me enseñaron que siempre hay que aprovechar la lección, asumirla y volver a levantarse -si es con una sonrisa mejor, pero soy bastante malhumorada-. Agradezco tener esta visión, me saca peso de la espalda y muchas penas. Me dá la libertad de ser como quiera ser sin importarme como eso va a repercutir. Después de todo sin darse cuenta uno se prepara para el resto de la vida, creo yo. A veces tengo la impresión de que los que yo llamo impulsos no son ni mas ni menos que actos que hago inconscientemente para llegar a una meta que en un futuro pueda llegar a desear.
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