martes, febrero 9

Hello blog, mamma is here!

Una vez alguien me preguntó por qué razón yo soy como soy, y aunque la relación con esa persona se esfumó en cuestión de meses, su pregunta quedó rondando en mi cabeza desde ese miércoles de Marzo.
¿Cuál es la razón de mi forma de ser?
Bien, yo sigo la teoría de que la personalidad va en la persona y que con mucho trabajo se puede llegar a cambiar, pero hay varios factores que son muy importantes en el desarrollo de la forma de ser de cada uno:

1) La familia: Y no me refiero a genética, sino a la familia con la que uno crece, las costumbres de las que se rodea. En mi opinión, de ahí viene mi lado más ruidoso. Mi familia es bastante grande, y cada vez que nos reunimos todos es practicamente imposible no quedar sordo y supongo que de ahí herede el hecho de hablar siempre muy alto y rápido. Otra cosa que estoy completamente segura que viene directamente de ellos es mi afición por probar diferentes tipos de comidas y bebidas. Prácticamente todas las reuniones conllevan a algo nuevo: comida china, jamaiquina, japonesa, los ahora ya clásicos chipá y tereré, distintos cafés de todo el mundo, etc.

2) La forma de vida que uno lleva: Claramente el estilo de vida de cada uno pesa en la forma de ser. Si uno hace demasiadas cosas que lo estresen después se vuelve hermitaño y a la defensiva. En mi caso, mi manera de vivir la vida es lo más sana posible: sin sobresaltos, sin sorpresas ¡Y juro por Kurt que esto no es nada bueno! esto lleva a que esté siempre tratando de llegar al límite, buscando la manera de encontrar algo emocionante que hacer. Obviamente de acá sale la peor parte de mí: cuando me vuelvo molesta, quejosa y monótona.

3) Hechos que marcan un hito en la vida: Hay veces que uno debe pasar por ciertas situaciones que ayudan a madurar más rápido. Este factor no está siempre, ya que a algunos la vida se le dá en bandeja de plata y no tienen que abrir los ojos a ver el mundo. Podría escribir por horas sobre momentos que me marcaron y cambiaron mi forma de ser, pero voy a escribir solo de los dos más importantes: cuando conocí a cada uno de mis amigos y cuando me dí cuenta de que sin importar lo mucho que trates, siempre a alguien le vas a caer mal. Hablando sobre lo primero, debo aclarar que no soy de las personas que se dejan influenciar fácil, pero mis amigos lograron agregarle algunas características a mi ya de por si bastante ciclotimica forma de ser, y ellas son: la capacidad de atesorar cada momento divertido e importante, mi sentido del humor (que es bastante sarcástico made in Paraná) y el estar siempre agradecida. Y sí, les tengo que agradecer por ayudarme a salir de un pozo muy profundo y por bancarse etapas en las que era insoportable, y me quejaba y era completamente odiosa. La segunda parte es más interesante, más larga y muy dolorosa. Desde que forjé mis opiniones y decidí gritárselas al mundo, siempre hay alguien tratando de decirme que estoy equivocada o que no sé absolutamente nada. Al principio esto me volvió loca, traté como sea de que se den cuenta que yo sí sabia de lo que hablaba y me volví algo así como una maniática que siempre hablaba de lo mismo, pero después me di cuenta que hay cosas que es mejor dejarlas para uno mismo, o las personas que realmente te conocen y quieren escucharte. Durante un par de años estuve siempre el busca de conflicto, pero ahora ese episodio me ayudó a bajar un poco, ser lo más natural posible y dejarme llevar, sin importar realmente lo que la gente piense de mí: yo no soy ninguna obra de teatro y ellos no son mi público, así que no tengo porque actuar.

Con eso concluyo por el día de hoy, porque ya empiezo a decir cosas sin sentido.


Los quiere, Maddie

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